La importancia de conocer y poder usar en nuestro beneficio propio las técnicas de relajación, nos acerca un poquito más a un estado de tranquilidad, de felicidad y de paz.
Al relajarnos, nuestros niveles de activación corporal disminuyen, nuestra respiración se estabiliza y se hace más profunda, oxigenando nuestros órganos, permitiendo que la sangre fluya mejor, segregando una serie de hormonas y endorfinas que nos proporcionan bienestar, y reduciendo los niveles de cortisolprovocados por el estrés, incluso minimizando la percepción del dolor, y reduciendo el flujo de pensamientos que a veces nos mantienen preocupados, y nos impiden ocuparnos de lo importante.
Por todos estos beneficios y muchos más, que iremos comentando en futuros post, os animamos a conectar con el valor de la relajación.
Existen multitud de técnicas (entrenamiento autógeno de Schultz, relajación progresiva de Jacobson, entrenamiento en imaginación, mindfulness, etc), y no todas tienen el mismo efecto en todas las personas, ya que influyen diferentes variables que facilitarán el proceso en relación al contexto, a la situación y a la personalidad. Sin embargo, todas las técnicas se pueden aprender con interés y práctica. Podemos conseguir diferentes niveles de relajación, mediante la estimulación de los sentidos, o la combinación de ellos de manera visual, auditiva, sensitiva, etc.
Hoy vamos a centrarnos en la relajación mediante la respiración. El primer paso es ser conscientes del movimiento de nuestro cuerpo, y de nuestra respiración, identificando una respiración superficial (pulmonar) y una respiración más profunda (torácica).
Nuestro objetivo es realizar una respiración profunda durante unos minutos, manteniendo la atención en el proceso.
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En una posición cómoda, sentados y con los pies apoyados en el suelo, nos quitamos gafas en su caso, o cualquier elemento que nos apriete, y procedemos a poner atención en nuestro cuerpo.
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Colocamos una mano sobre el pecho y la otra mano sobre el abdomen.
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Inhalamos (cogemos) aire por la nariz, y vamos exhalando (expulsando) el aire por la boca lentamente, mientras observamos el movimiento acompasado de nuestras manos con nuestra respiración.
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En cada respiración, llenamos los pulmones y el abdomen de aire, es importante que la mano que reposa sobre el abdomen se mueva al compás de nuestro cuerpo, de esta manera estaremos haciendo una respiración profunda y oxigenada.
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Es importante que las inhalaciones sean más cortas que las exhalaciones para evitar mareos.
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Tras unos minutos regulando la respiración, nos sentiremos más calmados y con la mente despejada.
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Si se tiene poca práctica es normal y habitual que puedan aparecer sensaciones de nervios, picores, etc y pensar que no se está haciendo el ejercicio correctamente, esto es una buena señal: Estás tomando consciencia de tu cuerpo y tus procesos.
A continuación os dejamos un link de música relajante (guitarra acústica):
Seguiremos compartiendo pautas y otros ejercicios de relajación.
Os animamos a que pongáis en práctica estos ejercicios, que compartáis y que comentéis opiniones.
¡Presta atención a las fechas de realización de nuestro taller de iniciación a la relajación en nuestro centro!
Noelia Martínez – Psicóloga y Coach-